OYE MI RUGIDO
Resistirse a la serie es imposible, porque ésta no sólo ha reinventado el término épico, sino que ha irrumpido en la pequeña pantalla a quemarropa, con una impresionante y cuidada estética, capaz de perder al espectador por los parajes más insólitos, fantásticos y, por supuesto, letales. Es fácil contagiare del espíritu que se respira en Poniente, sintiendo que acompañamos a tan bruscos personajes por tan austeras tierras.
La clave de la serie radica en que, capítulo a capítulo, ésta va presentándonos los sucesos de la historia poco a poco, sin tregua para el aburrimiento, reservando las mayores sorpresas para el momento menos esperado. Nunca antes una historia de ambición y poder fue contada con tanto desgarro y falta de edulcorantes. Por eso, si a algún bárbaro se le ocurre privarte de tan fantástica obra magna, tan solo has de decirle aquello que le dirías al Dios de la muerte si se cruzara en tu camino: “Hoy, no”.
