Wonka está diseñada para que el espectador se deje llevar por un mundo de fantasía en el que todo es posible siempre que se entone una alegre cancioncilla y se cuente con la cada vez más extinta habilidad de soñar despierto. Magia, fantasía y un constante recuerdo de lo que un día fueron las películas Disney poner el toque dulce a esta delicia chocolatera en la que no encontrarás chocolate. O al menos no todo el que uno esperaría de una película llamada Wonka. Por supuesto se muestran bombones y flores de chocolate y otras figuras de vibrantes colores y sabores pero nada que evoque al chocolate.
Cabe advertir que tampoco hallarás fábricas de chocolate ni golden tickets pues no estamos ante el clásico de Roald Dahl sino ante el origen de Willy Wonka que un guionista de Hollyood decidió idear a fin de explotar el filón Wonka. También señalada y destacada es la casi ausencia en escena del único Oompa Loompa con voz en la cinta: un siempre divertido Hugh Grant en un papel que podría haber dado más juego y divertimento si el actor se lo hubiera propuesto.
- Lo peor: Chalamet no es un Willy Wonka y él mismo lo demuestra con una actuación en la que la inocencia, la nobleza y la pasión del personaje quedan fingidas en él.
- El fracaso: Las canciones, aunque animadas, no serán recordadas. Y aunque la película entera es una fábula de fantasía el espectador tiene la sensación de que más magia era posible. Los tintes Dickensianos y el intento por evocar a lo que un día fue Disney aportan encanto en esta historia en la que su punto positivo es que nadie sabe lo que va a pasar.
- La conclusión: Un Willy Wonka mejor es posible.