Intento fallido del director Daniel Calparsoro de copiar una fórmula de éxito sobreexplotada sin intención alguna de aportar algo nuevo y, peor aún, con mayor interés comercial que cinematográfico.
Daniel Calparsoro parece dedicado en cuerpo y alma al plagio sin ton ni son de fórmulas hollywoodienses de carácter taquillero. ‘Fast and Furious’, ‘El negociador’ o ’21 blackjack’ son sólo algunas de las cintas de las que el cineasta se sirve para ofrecer un cine vacío y sin alma que se aleje de la marca española. Y no es que lo haga mal, la teoría parece entenderla, pero la práctica ya es otra historia. La narración y los recursos parecen correctos, la inclusión de clichés y elementos narrativos también, pero todo decae en la práctica, es decir en la falta de capacidad para crear personajes y dotar de alma o sentimiento a sus historias.
‘El correo’ no escapa a esta incondicional del cineasta y aunque ofrece una idea interesante no llega a funcionar por resultar una trama absurdamente tonta y sin sentido, tan imposible de justificar como de interesar. Los personajes carecen de interés o carisma alguno, especialmente el protagonista, que se muestra con una interpretación acartonada y sin gracia alguna. O dicho de otra manera, es una historia sin vida, sin emociones, sin mucho sentido y sin nada que aportar que sólo sirve para evidenciar que hacer cine no es tan fácil como copiar una fórmula. Y eso se nota en la segunda parte de esta película, donde se vuelve repetitiva y aburrida por no ofrecer nada salvo la repetición de sucesos y recursos.
- Lo peor: El engaño de hacer pensar que María Pedraza es una de las protagonistas sólo para tirar el efecto ‘Élite’ es tan lamentable como anecdótico en la película.
- A destacar: La asombrosa capacidad de Arón Piper para ser malo hasta cuando lee el texto en los momentos en off. Lamentable.