Crítica de The Strain, la serie de Guillermo Del Toro y oda literaria al terror más comercial
[quote_right]Series como Alfred Hitchcock presenta y Más allá del límite[/quote_right]
De espíritu cercano a Cronos y las viejas fábulas de The twilight zone, The Strain estira hasta deformar el inflexible y característico viejo estilo de contar historias de series como Alfred Hitchcock presenta y Más allá del límite, adaptando y reformulando antiguas técnicas narrativas hacia nuevas y más comerciales necesidades televisivas que, para desatino de la serie, restan personalidad y carácter a la obra.
Con más espacio para el melodrama que para el terror, la serie, como sus protagonistas, parecen encontrarse en un estado primigenio de duda existencial en el que encontrar definición en un género u otro resulta complicado.
¿Melodrama o fábula del terror?
[quote_box_left]La metrópoli eterna se convierte, por obra y gracia de Del Toro y Hogan, en territorio vampírico y campo de batalla para personas como Vasily Fet (Kevin Durand) o Eichorts, héroes y villanos de una fábula llena del misticismo y espíritu poético gótico de Guillermo del Toro, un cineasta inequívocamente más poético que terrorífico.[/quote_box_left]
¿Estamos ante la historia de un padre en apuros recién divorciado o ante una historia para no dormir? Ni una cosa ni otra, The Strain resulta más bien un híbrido nacido en el misticismo de Expediente X y el rigor científico de CSI, una obra que, como Hellboy, resulta demasiado diabólica y humana para encajar en una única clasificación.
Del mismo modo, la historia de la serie se presenta enervantemente compleja y enrevesada, situando el eje central en una oscura y perversa criatura que, tras aterrizar en Nueva York, provoca una serie de perversos e inexplicables acontecimientos. La muerte y resurrección les llega a quienes la criatura muerde con letal y mortífera precisión, convirtiendo a estos en reimaginados vampiros que, tras un largo período de letargo, acaban transformados en criaturas sedientas de sangre y amor.