Los favoritos de Midas es la nueva apuesta de Netflix, una ficción que juega a aleccionar a una sociedad inmune a cualquier sentimiento de culpa o empatía.

La ficción española se cuela en las plataformas digitales con fuerza. Y ejemplo de esto es Los favoritos de Midas, una serie con sello de calidad Netflix que nos fuerza a reflexionar sobre el valor de la vida y el sin sentido en el que ha convertido la sociedad.

Crítica de Los favoritos de Midas
Crítica de Los favoritos de Midas

El discurso aleccionador sería más potente si no fuera porque no cuela, no cuela que intenten dibujar al ser humano como una criatura bondadosa y atormentada por la desgracia humana. No cuela en los tiempos modernos que vivimos, tiempos en los que la mayor parte de la sociedad decide que la comodidad de no llevar mascarilla o la necesidad imperiosa de ir a un bar (a boca descubierta, sin mascarilla) es superior a la de salud pública.
Por eso que una serie intente hacernos creer que el más común de los mortales alteraría su vida hasta el punto de arruinarse o dejar a su familia de lado para salvar a desconocidos me parece hoy en día más irrisoria que otra cosa. La actual pandemia ha desenmascarado a la sociedad, retratándola como una masa egoista y aborregada que prefiere su comodidad a la vida de los que le rodean. Se escudan en que lo que hacen «es legal», excusa que no sirvió en Los juicios de Núrenberg y que no sirve ahora que son las vidas y la salud pública lo que está en juego.

Más prioritario es pasear sin mascarilla o tomarse unas copas con unos amigos en un local repleto de gente sin mascarilla que la vida de los que le rodean. Quizá me haya salido de contexto, pero es que la serie va de eso. Los favoritos de Midas intenta exponer que la vida de los demás no le importa a nadie y no se equivoca en eso.
La parte ficticia, rozando la ciencia ficción, la vemos en los protagonistas, que se desmoronan ante cada nueva víctima de Los favoritos de Midas. ¿De verdad? En una sociedad en la que las muertes por la Covid19 se disparan cada día y todos siguen con sus vidas como si no pasara nada esta serie pierde fuerza en su discurso. Pero es bonito pensar que hay esperanza, pensar que no todos prefieren mirar a otro lado, pensar que siempre habrá alguien que haga las cosas bien…
Me desvío del tema, que es la serie Los favoritos de Midas, y pido perdón. Pero, ¿qué puedo decir? La premisa era lo más atractivo de la ficción: un tipo al que le piden dinero a cambio de evitar una matanza sin fin en la que cada 5 días una persona será asesinada.
La idea es de lo más interesante y quizá por eso me decepciona lo poco que me ha gustado. El arranque de la serie es malo, lento e insulso. Le sobra mensaje político, le falta ritmo, le sobran subtramas insulsas y le falta algo que haga que mi corazón viva al límite la cuenta atrás en la caza y captura de Los favoritos de Midas.
Antes de sentarme a ver Los favoritos de Midas esperaba ver una historia al más puro estilo A contrareloj de Denzel Washington, una cuenta atrás en la que el protagonista viviera una auténtica agonía a contrareloj para detener a Los favoritos de Midas, reunir el dinero, salvar a los desconocidos, proteger a su familia y demostrar que pese a la existencia de algunos vínculos con los asesinatos es inocente. No obstante me encuentro una historia con trasfondo político en la que parece existir un mayor intento en aleccionarme que en entretenerme.
Me aburre profundamente la vida de la periodista y su madre, las anécdotas diarias del oficial encargado de investigar el caso, así como las subtramas de los personajes secundarios… No veo que vayan a ninguna parte en una historia más preocupada de soltar un discurso que en ofrecer un espectáculo.
No hay mucho más que decir, las actuaciones rozan lo mínimo exigido en una producción Netflix y la narración se aleja de la política de Netflix, que consiste en que cada episodio te deje con ganas de más. Veanla o no la vean, lo mismo da. Aunque si lo que quieren es una película que les haga reflexionar sobre el valor de la vida, he aquí mejores opciones: La lista de Schindler o la serie Chernovyl.  O mejor aún, salgan a la calle y pregúntese cuánto le importa su vida al que pasa a su lado sin mascarilla o al que decide meterse en un bar sin mascarilla a beber y comer para luego colocarse a su lado en la oficina, en el ascensor o en la panadería.