A pesar del positivismo y espíritu buen rollero del comienzo, esta historia sobre el conformismo se vuelve confusa y repetitiva conforme va avanzando el metraje hasta opto por concluir con un final más agrio que dulce.
Destaca el trabajo de dibujo, minucioso hasta el punto de plasmar pequeños detalles y elementos. Falla la historia, que, si bien arranca con fuerza y consigue transmitir cierta esperanza en el espectador, pronto lo sumerge en una cada vez más confusa historia de escenas repetitivas con sabor amargo donde el conformismo es la base de todo lo mostrado.
¿Por qué no lucha Perro por rescatar a su robot? ¿Por qué no hace todo lo posible por salvarle? ¿Por qué no se molesta en hacerle llegar mensajes de apoyo que no le hagan sentir solo? ¿Por qué le resulta tan sencillo pasar página y buscar infinidad de sustitutos? ¿Por qué esforzarse en los primeros minutos en hacernos creer que la amistad (o el amor) de estos dos personajes era tan fuerte y sólido para después mostrarnos a Perro buscando nuevos amigos con los que olvidar a Robot?
Quizá, tras el sabor amargo del drama al que se somete a Robot y en menor medida a Perro el espectador y sobre todo los personajes se merecían una oportunidad para ser felices. Robot quería a Perro y Perro quería a Robot, entonces, ¿por qué renunciar a un encuentro? Hubiera sido tan fácil hacer que los amigos se encontrasen y tuvieran su oportunidad de ser felices, ya fuera con o sin los nuevos amigos adquiridos, pero juntos. Pero no es el estilo español, manda el conformismo y el drama, el mensaje de que es más fácil conformarse, de que no merece la pena luchar por el amor o la amistad… Y es este un mensaje tan erróneo, triste y desolador que lo lamento por aquellos niños que ingenuos hayan acudido a ver lo que podría parecer una simpática película sobre amistad y amor.
- El mérito: Quizá uno de sus pocos méritos sea la capacidad de transmitir sin usar la palabra.
- A destacar: La animada banda sonora con toque nostálgico, laa encargada de insuflar sentimientos y emociones.
- El logro: El genial trabajo de animación con todo tipo de detalles, colores y elementos que hacen de la película una pequeña delicia visual donde el Nueva York más colorido se presenta como escenario principal. A todo ello hay que sumar el encanto y simpatía que la animación tradicional aporta a la narración, siempre superior a la tan de moda y extendida animación digital donde se pierde la magia del trazado y el dibujo y todo son formas redondeadas y sin matices.
- Lo peor: El final, tan decepcionante como el mensaje de conformismo que lanza, que parece gritar que no merece la pena luchar por lo que amas siendo mejor conformarte con lo que ya tienes. Lamentable que el conformismo sea la conclusión final de una historia sobre supuesta amistad o amor.
- La pega: La cinta quizá funcionase mejor como un cortometraje, pues a partir del segundo sueño del robot la narración se vuelve previsible y repetitiva, sumando nuevas capas de tristeza con cada «despertar» del robot o «desamor» del perro.
