Apabullante retrato de un personaje que no tiene miedo de mostrar su compleja naturaleza de ser, fría y calculadora a veces y apasionada y casi infantiloide otras. Si responde a una recreación exacta de los hechos acontecidos en la Historia no es importante, ‘Napoleon’, como las obras de Picasso es la visión de un artista, e igual que al arte se le permiten licencias deben otorgárseles las mismas a la narración en pantalla grande.
Napoleón es el sumo protagonista, el elemento a observar durante sus más de dos horas, el complejo y enigmático objeto a descifrar con la única ayuda de sus emociones.
El trabajo de Joaquin Phoenix es impecable, demoledor, capaz de insuflar vida y muerte a un personaje al que vemos presa del miedo y el valor al mismo tiempo, en esa primera batalla contra los ingleses con la que arranca el filme y que sería más que suficiente para justificar que fuera él y no otro el que se llevara el Oscar este año.
De igual modo vemos la indiferencia y la empatía regir sus actos en el campo de batalla, para después mostrarse tan ilusionado e inocente como un niño abriendo regalos de Navidad ante el júbilo de ver a Josephine. Le vemos también entregado a su nación, por la que antepone todo de un modo tan incuestionable que roza la naturaleza vulcaniana.
Pero si impresionante es lo que Joaquin Phoenix consigue transmitir en pantalla, taambién asombroso es el espectáculo visual y pirotécnico de las batallas campales, capaces de sumergirte en primera línea de fuego, haciéndote sentir los cañonazos y las espadas a pocos centímetros de ti, obligándote a moverte en tu butaca para esquivar caballos y soldados.
- Lo mejor: El poder emotivo de la narración, tan absorvente e hipnótico que no quieres que la película acabe nunca.
- A destacar: Los detalles y escenas simbólicas, puestas para que sirvan de reflexión al espectador.
- La clave: Napoleón. Él es el sumo protagonista y el eje sobre el que gira todo, situarse a su lado resulta una aventura en la que Phoenix nos revela a un Napoleon tan complejo y frágil como maquiavélico e indestructible. Son las muchas contradicciones de Napoleón, que separaba el héroe bélico y dirigente político del marido enamorado, siempre dispuesto a todo por Francia, el ejército y Josephine, sus tres amores.