A pesar de que su exterior era de lo más atractivo (colarse en la fiesta privada de 4 iconos como Cassius Clay, Jim Brown, Sam Cooke y Malcolm X), la cinta resulta ser un auténtico huevo kinder defectuoso. Es decir, algo que a pesar de la envoltura y las espectativas no ofrece nada en su interior.

One Night in Miami, noche para la decepción

No es difícil detectar donde se haya el gran fallo de la cinta. Si bien es cierto que el personaje de Malcolm X se muestra algo exagerado y a veces hasta caricaturesco, las actuaciones son correctas aunque sin resultar destacadas.
La historia, expuesta a modo de sinopsis, no es una mala idea: reunir a 4 fíguras icónicas de la cultura popular de los 60. La producción parece cuidada, así como la estética. Así pues, sólo queda un culpable: el guión.

Como si de la lectura general de guión se tratase, las líneas salen de boca de los personajes vacías, sin alma. Si había intención de expresar un mensaje, a este le falta la fuerza y la pasión necesaria para dejarse oír.

Mensaje perdido en Miami

Se puede intuir una intencionalidad en la narrativa pero no por destreza del director sino por un reconocible esquema narrativo ya muy explotado. Visionar la cinta es como contemplar el garabato de un niño, reconoces algunas formas pero tienes que intuir en su mayor parte cuál era la imagen que intentaba plasmar.

Tampoco encuentran su hueco los personajes, dejando al espectador con la duda de quiénes son esos 4 amigos reunidos, obligándole a buscar en la ya mítica Wikipedia para conocer algo más de esos 4 personajes que acaba de ver en la pequeña pantalla.

Sin fuerza, sin pasión, sin vida, la cinta transcurre sin que nada en ella llegue a pasar. No es el caso de cintas como Antes del amanecer, La soga, Reservoir Dogs o 12 hombres sin piedad, que con la palabra como única herramienta consiguen contar una historia con principio, nudo y desenlace manteniendo el interés del espectador en todo momento.

Cómo se llegó a colar en la lista de nominadas al Oscar es una pregunta que se resuelve con la evidencia de una época marcada por lo políticamente correcto.