‘Ocho apellidos marroquís’ es una insulsa comedia sin gracia que, al contrario que las anchoas que mencionan en la cinta, se presenta sosa y banal, sin contenido, sin trama, sin historia, sin personajes que importen al espectador, sin momentos célebres que recordar una vez finalizan los créditos. Aunque no es su falta de gracia o realismo lo peor, sino el sentimiento que sin descaro transmite frase a frase de estar ante un mensaje de adoctrinamiento político encubierto con el que poder manipular una realidad más conveniente en materia política.
La falta de realismo de algunas realidades mostradas, el insulto constante hacia España y el endulzamiento de realidades en materia de inmigración hacen de esta película un despropósito de principio a fin.
Pero si como mensaje político no logra su propósito, como comedia tampoco. No hay sorpresas, no hay momentos célebres que recordar, no hay historia de amor que celebrar, no hay justificación para que una viuda y su hija se muestren tan entregadas a la alegría un día después de enterrar a su marido y padre, y en definitiva no hay película.
- Lo peor: La sensación de estar ante un cine de adoctrinamiento que toma al espectador por estúpido mientras proyecta de manera tosca y descarada mensajes que sirvan para mostrar intereses políticos en materia de inmigración.
- Lo inaceptable: Después de asumir que la cinta es un mensaje de adoctrinamiento político encubierto sin gracia ni sentido, parece inaceptable que nisiquiera haya habido un mínimo intento de aportar originalidad o frescura a una historia insulsa de principio a fin.
- A destacar: A pesar de ser vendida como una comedia la capacidad de la misma para despertar risas o incluso sonrisas es nula.
