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Barry Seal: El traficante de Tom Cruise, puro divertimento

Descarado objeto de divertimento sin complejos. Con una narrativa ágil, llena de ritmo y, por qué no decirlo, muy rockera, ‘El traficante’ es puro entretenimiento. Y no sólo porque su historia es inesperada, sorprendente y frenética, sino porque está narrada con una agilidad que engancha. Sin pausa, la cinta arranca con un desenfadado Tom Cruise, entregado en cuerpo y alma a su personaje, un exagerado padre de familia adicto a la adrenalina. Y como si de una carrera a contrareloj se tratara, sin frenos, sin control, sin pausas, se nos narra una loca aventura de contrabando y pactos con la CIA que tuvo lugar en los locos años 80s y que a día de hoy sigue siendo una de las historias más surrealistas en la historia de Estados Unidos. Pero es real, o tanto como las licencias creativas que los guionistas se hayan tomado a la hora de adaptar un hecho 100% real.

El traficante Tom Cruise es Barry Seal
La clave está en su feel good, en su narrativa desenfrenada y llena de ritmo, y en un Tom Cruise dispuesto a reírse de sí mismo y de un género con total y extraordinaria gracia y desparpajo.
Quizá sea la sensación de que la película no se toma en serio a sí misma, quizá sea ese loco y frenético ritmo mezclado con los juegos de cámara y la adictiva narrativa, o quizá sea que hoy en día cuesta encontrar historias originales contadas con tanta energía, pero lo cierto es que ‘El traficante’ es puro divertimento.

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