Retrospectiva de Breaking Bad: El adiós definitivo de Walter White y las claves de su éxito.
Adiós, señor White
Walter White, más conocido como Heisenberg, se despide de la pequeña pantalla provocando un profundo e inconsolable sentimiento de amargura. Pues a pesar de la majestuosidad con la que White supo evolucionar, ha sido precisamente en la última de sus apariciones en la que W.W. se ha mostrado más terrible y trágicamente derruido.
Y es que éramos muchos los que anhelábamos un final feliz. O al menos digno para el capo gringo, quien se había ganado a pulso, si no el respeto, sí la comprensión de su familia y un muy merecido retiro en paz.
El peligro siempre fue Walter White
Pero por aquello de que pesa más la hipocresía que la razón, y a pesar de que era ficción y no realidad lo mostrado, Heisenberg acabó recibiendo lo que Vince Gilligan tan absurdamente califica de «justo merecido» según la hipócrita sociedad.
Ridículo Gilligan y su lamentable decisión demagoga, lo cierto es que el final de Breaking Bad ha resultado ser insatisfactorio.
Pues justo o no, matar a uno de los más célebres personajes televisivos en nombre del bien común es traicionar a un personaje que lo ha dado todo en pro del divertimento.
Profundamente trágico, inquebrantable en su empeño de vivir y obstinado a conmover, Walter White es el último gran héroe americano, un hombre injustamente sacrificado en pro de la regla establecida, un personaje brutalmente auténtico e irremplazable, W.W.