Crítica de House of cards, la serie sobre corrupción política de Kevin Spacey.

«House of Cards» es una serie sobre política protagonizada por Kevin Spacey

A pesar de toda la expectación y entusiasmo invertidos en que de algún modo House of cards acabase por fascinarme, la serie sigue sin convencerme. Y no sólo por la frágil arquitectura de naipes sobre la que la ficción se sostenía, sino porque el recuerdo de la original (de origen británico) resopla aún con fuerza sobre mi memoria, haciendo caer de ese modo la ilusión de que me encuentro ante un nuevo y mejorado producto.

Sí, la trama y los personajes han sido adaptados al estilo moderno, reduciendo así el tono agudo y poco accesible de la primigenia. Y sí, el cast americano cuenta con Kevin Spacey, un titán del villano benigno por excelencia. Pero, ¿acaso no llega un poco tarde ya la propuesta?¿Es realmente novedoso o interesante la secreta pero conocida por todos telaraña de manipulación e intereses que mueve a la política?

¿No es evidente que Spacey se encuentra desaprovechado en un papel tan estereotipado como simple?

¿Acaso es una locura esperar que un remake sirva para aportar o reinventar algo respecto al original? ¿Por qué tengo la impresión de que los actores lucen incómodos en unos encorsetados roles desgastados por el sobreuso? ¿Por qué tengo la sensación de que con el menor soplido podría derrumbar cualquier argumento a favor de la obra?

No, no voy a dejarme llevar por la pronta decepción, así que prometo meditar estas y otras muchas respuestas para poder ejercer un justo dictamen sobre la anodina serie que, aunque entretenida, resulta ser decepcionantemente cuadriculada.