Crítica de Escobar: Paraíso perdido , una obra hecha por y para el lucimiento de su protagonista.

Benicio del Toro en "Escobar, paraíso perdido"
Benicio del Toro en «Escobar, paraíso perdido»

[quote_right]Una obra hecha por y para el lucimiento de su protagonista[/quote_right]

Aunque a muchos les cueste verlo, Breaking Bad no sólo cambió, pero sobre todo mejoró,la forma de ver y hacer televisión, sino que redefinió la figura del héroe hasta convertirla en un martir de su causa. Ejemplo de esto último pudiera ser Escobar: Paraíso perdido, capo gringo supremo y aparente reclamo de audiencias huérfanas de Breaking Bad

Cartel promocional de "Escobar: paraíso perdido"
Cartel promocional de «Escobar: paraíso perdido»

[pull_quote_center]Un enorme Benicio Del Toro que, simplemente, se sale de la pantalla[/pull_quote_center]

Paraíso perdido en Albuquerque

La obra, de corte trepidante, recurre a la subversiva fórmula ya empleada en la serie de Walter White, dotando de carisma y doble moral a una historia que, Jesse Pinkman incluído (Josh Hutcherson), se erige por y para el lucimiento de su protagonista: Un enorme Benicio Del Toro que, simplemente, se sale de la pantalla en su particular rol de capo gringo. Y para el que seguro que oíremos nominaciones varias en los próximos meses.

[quote_box_center]¿El dato a destacar? La asombrosa y casi prodigiosa destreza narrativa de Andrea Di Stefano, director debutante y responsable de las labores de dirección y guión en ésta, su primera obra como cineasta. Pues es actuar y no dirigir lo que Di Stefano venía haciendo desde 1995, momento en el que debutó en  The pagan book of Arthur Rimbaud , hasta hasta 2012 con  La vida de Pi,  su última película como actor.[/quote_box_center]

¿El resultado? Uno de los blockbuster más estimulantes y trepidantes del presente mes y, sin duda, la opción más salvaje y energizante de la presente oferta de estrenos.